Visita a Shantytown: una ciudad de la época de la fiebre del oro. Parada en Hokitika: ahora es Jade la piedra preciosa. Viaje entre Greymouth y Franz Joseph. Diciembre 20.
Luego de Greymouth y una mañana temprana pero lenta se cargo de nuevo el auto y rumbo al Sur.
Playa larga y extendida, entre piedra y arena gris. Y un mar frío completan un paisaje muy familiar para uno. Las montañas cayendo al mar y los signos de lluvias todo el año recuerdan que no se está en la Patagonia o la costa Atlántica – Un paseo a la costa antes que todos se levanten.
Luego del desayuno y antes de partir Emma y Eloisa disfrutan un tiempo los playgrounds que hay en todos lados, tanto en New Zealand como en Australia.
Solamente hay 185 km a Franz Joseph (y 40 Km menos a nuestro destino final), pero a menos de 20 minutos de andar tenemos el desvío a Shantytown, recomendado por la Lonely Planet. “Entramos? Es un desvío de 10 Km más o menos y está recomendado”, “Y porqué no”…
Shantitown es un pueblo recuperado con mucho estilo Disneylandia de cómo era durante la época de la fiebre del oro (fines de los 1800, alrededor de 1860 en adelante en NZ). Pero tiene un playground y las chicas felices:
En el país del Bungee lo menos que se puede esperar es que un playground sea eXtremo. Y aunque no se ve en las fotos la frenada era dramática. Quizás Emma recuerde todas las veces que se pegó la cabeza contra las llantas que hacían de amortiguador. Y Eloisa las veces que casi sale disparada del asiento…
Pero es hora se recorrer la ciudad y aprender sobre la vida dura de los mineros en NZ!
Seguro que se ve más limpia y paqueta que durante la época de la fiebre del oro. Ahora sólo turistas, no hombres rudos que pasaban meses sin ver a sus familias, más todo el acompañamiento normal de estas poblaciones y en le caso particular de inmigrantes anglosajones mucho, pero mucho alcohol.
Posando con la máquina que se encargaba de moler las piedras. En la estación del tren que se usaba para traer los troncos de los árboles derribados para madera y las minas de carbón.
Y la locomotora nada de Disneylandia: es una restauración 100% de la original de vapor. Y Funciona! Y la maquinista es una ella! No creo que haya sido así en 1870, aunque las pioneras en el Westland no eran ningunas barbies… Una vista del aserradero.
Uno de los famosos pájaros que no vuelan que no me acuerdo cómo se llamaba (“weka, se llama papá”, me dezasna Emma), un tronco de los árboles que talaban (el bosque aún recuperándose). Y cómo buscaban oro: de una laguna cercana y aprovechando la diferencia de altura para generar presión lanzaban chorros de agua contra la piedra. La fuerza del agua rompe la piedra y si había alguna pepita de oro la recogían en una especie de tamiz al fondo del arroyo artificial. Hoy ya no se encuentran pepitas así de fácil sin embargo todavía hay oro: y siendo buenos turistas hicimos gold panning!. El 50% de los ingresos de la isla sur son por minería +oil +gas. El otro 50% se divide en partes similares entre turismo y lácteos (+ovejas, +carne de ciervo) [este dato es de memoria y no lo chequee]. Además en los parques nacionales (que cubren el 10% de la superficie de NZ) los minerales están protegidos, o sea no se pueden explotar comercialmente. Pero las ciudades otrora fantasmas hoy recuperadas para el turismo están por todo Westland y Otago…
Luego de 2 horas se partió nuevamente hacia el sur. Tratando de llegar, pero en Hokitika volvimos a hacer escala: parada necesaria para recargar combustible y picnic en la playa (sigue la misma de GreyMouth). Visita al pueblo de Hokitika, café, postales, escribirlas y enviarlas por correo (el de verdad, ese que van “cosas” físicas y materiales de un lugar a otro lugar – Increíble, no?).
Los maoríes de la isla Sur se dedicaban a buscar y comerciar con pounamu, o jade neocelandés. Y los maoríes lo valoraban más que el oro, o de manera similar como los europeos valoraban el oro: “Māori valued pounamu in the same way Europeans valued gold. Around the 1870s, Te Otatu from Coromandel remarked: ‘Let the gold be worked by the white men. It was not a thing known to our ancestors. My only treasure is the pounamu.’ (Kati ano taku taonga nui i te pounamu.)”
Y compramos baratijas de pounamu!
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